El Darkling gobierna Ravka desde su trono de
sombra.
Ahora el destino de la nación descansa en una rota
Invocadora del Sol, un rastreador en desgracia y los restos destrozados del una
vez gran ejército mágico.
En las profundidades de una antigua red de túneles
y cavernas, una debilitada Alina debe rendirse a la dudosa protección del
Apparat y los fanáticos que la adoran como a un santo. Sin embargo, sus planes
están en otra parte, en la caza del elusivo pájaro de fuego y la esperanza de
que un príncipe bandido todavía sobrevive.
Alina tendrá que forjar nuevas alianzas y dejar de
lado las viejas rivalidades mientras ella y Mal tratan de encontrar el último
de los amplificadores de Morozova. Pero a medida que comienza a desentrañar los
secretos del Darkling, revela un pasado que alterará para siempre la
comprensión del vínculo que comparten y el poder que ejerce. El pájaro de fuego
es lo único que se interpone entre Ravka y la destrucción-y reclamarlo podría
costarle a Alina el futuro mismo por el que ella está luchando.
A pesar de que esta era una trilogía me encariñe rápidamente con los personajes, al grado que me cuesta despedirme, aun no puedo creer como esta historia llego a gustarme tanto.
En este libro nos encontramos con Alina desprovista
de sus poderes, incapaz de invocar la luz, debilitada después de un ataque
contra el Darkling que casi acaba con la vida de ambos- Tras meses en la
Catedral Blanca y con la noticia de que ahora Ravka es gobernada por el
Darkling, Alina decide que es hora de volver y enfrentarse a su enemigo de una
vez por todas.
Sin embargo, antes necesitaba encontrar al último
amplificador, el Pájaro de Fuego, lo único capaz de garantizarle la victoria a
Alina. Lo que ella no sabe es que la ayuda de sus amigos será imprescindible y
en la batalla final se dará cuenta de que los aliados los encontrara en las personas
más inesperadas.
Algo de lo que me sorprendió, y que es un punto
clave en estos libros, son el desarrollo de los personajes. Alina es una de
esas protagonistas que quizás peque de baja autoestima en cuanto a su aspecto
físico se refiere, pero no así con su poder. A medida que la historia avanza, ella se vuelve
más ambiciosa, la búsqueda de los amplificadores y el poder que podrían
proporcionarle una constante en su vida que la hace dudar de sí misma,
de hasta dónde sería capaz de llegar para lograr lo que desea. La actitud de
este personaje es lo que vuelve interesante esos claroscuros que la hacen
parecer tan real.
Sin embargo, el Darkling, es un villano excelente con un lado muy humano
que apenas deja ver, pero que cuando lo hace es imposible no
sentir pena por él, pena porque nadie le comprende, pena por la soledad que
parece llevar consigo y, sobre todo, pena porque la autora no haya
sabido darle todo el protagonismo ni el final que merecía.
Él está ausente en la mayor parte de la novela,
pero cuando aparece nos regala varias de las mejores escenas del libro. Y, de
alguna manera, parece que la autora lo ha dejado un poco de lado para centrarse
en Alina y su relación con Mal, una relación que me ha resultado forzada, poco
creíble y el camino más fácil a seguir.
Mal apenas evoluciona a lo largo de la historia y
siempre he pensado que supone un lastre para Alina y su poder, ya que sus dudas
no permiten que la chica avance, que se convierta en quien está destinada a
ser.
Otro personaje que merecía atención era Nikolai,
que desde que le conocí en la pasada entrega se había convertido en uno de mis
personajes favoritos por su encanto, su humor y su desparpajo. El joven
príncipe, con quien Alina tenía una relación de lo más entretenida y cargada de
tensión, queda relegado a un segundo plano con el Darkling. Sinceramente, que estos dos personajes aparezcan
tan poco es lo que me ha decepcionado de la lectura de estos libros y es que la autora
parece desaprovechar el potencial de Nikolai y el Darkling en favor de otros
aspectos que quizás no aportan tanto como sí lo harían estos dos personajes.
A pesar de que la trilogía, en líneas generales,
me ha gustado mucho, para mí tiene pequeñas pegas que no la convierten en una
lectura perfecta. Una de ellas es el desarrollo de Ravka como nación. En mi
opinión la descripción que nos presentan es bastante llana, ya que, aunque los
sitios por los que pasa Alina y su grupo están muy bien descritos, no me ha
quedado esa sensación de saber cómo es Ravka, cómo son sus habitantes y sus
tradiciones, cómo interactúa la gente fuera de los palacios o qué hay más allá
del mar.
El concepto básico está ahí; Alina tiene que derrotar al Darkling para
evitar que destruya el país y para ello necesita reunir los amplificadores.
No obstante, el escaso desarrollo de los motivos del villano para hacer lo que
hace lo convierten en una amenaza menos peligrosa de lo que nos quieren hacer
creer y, desde luego, menos elaborada, cuando habría sido un acierto
profundizar en las razones del Darkling para gobernar Ravka, que motivos
tampoco le faltaban. A pesar de todo, el trepidante ritmo de la historia
permite que disfrutes de esta estupenda trilogía y que estos pequeños
desaciertos queden en un segundo plano.
Ruin and Rising es una
historia original y muy adictiva en un mundo repleto de magia, con una heroína
dispuesta a abrazar su lado oscuro si para ello logra salvar todo aquello que
ama y un villano complejo, lleno de claroscuros, al que te será imposible
odiar. Atrévete a viajar al reino de Ravka y descubrir el mundo de los Grisha
en la guerra entre la luz y la oscuridad.
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